Mitos y verdades del proyecto Keystone XL

Monday 2 March 2015
Fernando Rodríguez Fernando Rodríguez

No cabe dudas que desde 2008, el proyecto de Keystone XL se ha convertido en un objeto político para los demócratas, republicanos, ambientalistas, industria petrolera y hasta el gobierno canadiense.

El proyecto

Transcanada, una empresa que es dueña de gasoductos y oleoductos en Canadá, EEUU y México, entre otras cosas, propuso construir Keystone XL, un proyecto de casi 2000km de extensión con un oleoducto de 36 pulgadas de diámetro. En 2008, Transcanada solicitó los permisos para construirlo dado que cruzaría la frontera entre Canadá y EEUU.

De construirse Keystone XL, este transportaría 800.000 barriles de petróleo por día (bpd) desde el oeste de Canadá hasta el Golfo de México, donde las refinerías locales poseen el 45% del total de la capacidad de refinación de todo el país y, contrario a lo que pasa en la Argentina, prefieren procesar el petróleo pesado. Además de transportar petróleo canadiense, el proyecto también planea transportar hasta 20% de su capacidad (160.000 barriles de petróleo) que se produce en el yacimiento de Bakken en los estados de Dakota del Norte y Montana.  Mientras el petróleo canadiense es mayoritariamente pesado, el petróleo de Bakken es liviano tipo WTI. Mezclar ambos petróleos (uno liviano y el otro pesado) facilitaría el transporte del más pesado logrando un recorrido más rápido y abaratando gastos de operaciones.

Dada la lentitud con la que se ha movido la cancillería norteamericana por orden de la Casa Blanca, Transcanada decidió dividir el proyecto entre dos tramos: norte y sur.  El proyecto norte cubre la ruta del oeste de Canadá hasta Cushing, Oklahoma, un hub importante donde se juntan varios oleoductos y existen terminales y refinerías.  La ruta sur empieza en Cushing y termina en Houston, en el Golfo de México.  

Transcanada terminó la ruta sur de Keystone XL mejorando así el transporte de crudo desde este hub hasta el Golfo que se encontraba atascado como en un pico de botella.  El proyecto sur costó u$s2300 millones y empleó cerca de 5000 personas. Transcanada estima que el proyecto norte costará alrededor de u$s5300 millones y empleará 9000 personas sólo en la construcción del proyecto.  

Nacen las objeciones

En 2011, el prestigioso y conocido Dr. James Hansen, un científico ex director del Instituto Goddard de la NASA y actual profesor sobre políticas de cambio climático en la universidad de Columbia en la ciudad de New York, dijo que si se le permitía a Canadá explotar su crudo de arenas alquitranadas, eso significaría Game Over para el cambio climático.  Sus comentarios tuvieron mucha repercusión y en parte se debe a que se requieren 3 barriles de agua para crear un barril de petróleo de arenas alquitranadas y su proceso de extracción y producción a altas temperaturas produce entre un 15-20% más gases de efecto invernadero comparado con los procesos de extracción del petróleo convencional.

Además, el proyecto original planeaba ser construido sobre el acuífero Ogallala en el estado de Nebraska.  Este acuífero es uno de los más grandes del mundo y abastece de agua potable y agua para irrigación a un tercio de la población total de la nación en una de las principales regiones agrícolas del país.  

Tras las críticas recibidas, Transcanada ofreció cambiar el rumbo del oleoducto para pasar por fuera del área del acuífero Ogallala.  Aunque las críticas disminuyeron, estas no se terminaron; los críticos argumentan que la extracción y producción de este tipo de crudo emite mayores gases de efecto invernadero que la extracción del petróleo convencional.

Sin embargo, la misma cancillería e IHS, la prestigiosa firma de estudios de mercado, llegaron a la conclusión que la explotación de arenas alquitranadas no causaría mayor impacto ambiental dado que si Canadá no le vende este petróleo a los EEUU entonces Venezuela lo haría y el país sudamericano tiene una huella ecológica similar.

Apoyo

Como Transcanada vaticina que construir el oleoducto costará miles de millones de dólares y creará miles de empleos, el apoyo no se hizo esperar por parte de políticos locales, los sindicatos de soldadores, y el gobierno canadiense, entre otros grupos.

Para el gobierno canadiense, exportar crudo no es algo insignificante. Actualmente, los productores canadienses exportan aproximadamente 3 millones de bpd a los EEUU y sus exportaciones de crudo representan cerca de 20% de las exportaciones del país.  Por eso, el gobierno canadiense ha estado realizando campañas de lobby en todo el país alegando, entre otros temas, que los norteamericanos deberían preferir comprarle crudo a un vecino estable y amigo que a países como Arabia Saudita, Venezuela o Irán.       

En el Congreso norteamericano, los republicanos acusan al presidente Obama de impedir la creación de empleo desde que asumió la Presidencia y en las últimas elecciones presidenciales, Mitt Romney, había dicho que si ganaba las elecciones presidenciales, en su primer día de trabajo aprobaría Keystone XL.

Días atrás, el Congreso, dominado por los republicanos, le envió al Presidente Obama una ley aprobando el permiso para la construcción de Keystone XL.  Pero, como ya lo había anticipado el mandatario, la vetó.

Keystone XL: ¿imprescindible o no?

En los últimos siete años, el mercado de hidrocarburos en los EEUU cambió profundamente. Mientras en 2008, EEUU producía alrededor de 5 millones de bpd, hoy produce cerca de 9.5 millones bpd.  Aún así, el país sigue lejos de autoabastecerse ya que consume cerca de 18 millones bpd.  

A pesar de la caída de precios, el petróleo canadiense va a seguir produciéndose porque sus proyectos son de aproximadamente 30 años de duración y porque Canadá tiene una posición geográfica privilegiada para abastecer el crudo que necesita EEUU.  

Actualmente, se estima que el break-even del barril canadiense es de alrededor de los 30-35 dólares por barril.  Este precio es en el lugar de producción; para transportarlo al Golfo de México vía oleoductos o trenes hay que agregar entre 7 o 17 dólares adicionales, respectivamente.

Está claro que nadie quiere pagar más por transportar el petróleo, pero desde hace unos años los oleoductos existentes tienen saturada capacidad. Por eso, los trenes se han convertido en una alternativa importante.  De acuerdo al Government Accountability Office, una agencia nacional más conocida como GAO, el transporte de petróleo vía ferrocarril aumentó 24 veces entre 2008-2012.

Mientras tanto, existen actualmente innumerables proyectos de construcción de oleoductos y ampliación de capacidad en varias regiones del país.  Las empresas dueñas de los oleoductos invierten en estos proyectos si obtienen el aval del mercado mediante la firma de contratos de transporte a 5, 10 y/o 15 años comprometiéndose a transportar una cantidad mínima que es de por lo menos 5000 bpd.

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Por eso, si Keystone XL se construye o no, no se producirán grandes cambios en el mercado de transporte de petróleo.  Por ejemplo, otra empresa Canadiense, Enbridge, ha estado ampliando su network de oleoductos para transportar ambos, petróleo canadiense y Bakken, y actualmente es el mayor transportador de petróleo canadiense.

Más de Fernando Rodríguez
Desde 2006 trabaja para el Departamento de Energia de los EEUU en Washington, DC como analista de mercados energéticos. Estudió Ciencias Económicas y Negocios en la Universidad de Texas (Austin) donde también obtuvo una maestria en Asuntos Públicos.
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